josé echeverri

¿Volvemos a la oficina para aislarnos?

¿Volvemos a la oficina para aislarnos?

Usualmente llego a la oficina muy temprano. Cuando digo temprano, hablo de las 6:00 a.m. Sí, suena extremo, pero tiene sus ventajas: cero tráfico, silencio absoluto y tiempo para conectar con zonas horarias diferentes.

Esta semana no fue la excepción.

Llegué, tomé mi café y me preparé para la primera reunión del día con el equipo gerencial. Todo estaba bajo control.

Todo parecía normal… hasta que tuve un déjà vu.

Fue como si estuviera de nuevo en pleno 2020, en aquellos interminables días de reuniones virtuales donde las cámaras apagadas y las miradas distraídas hacia un celular eran la norma. Pero esta vez, estábamos todos físicamente en la oficina… conectados a una reunión virtual.

¿Presencialidad o teletrabajo encubierto?

Lo curioso es que, tras años de debate sobre el trabajo híbrido y la flexibilidad laboral, muchas empresas insisten en que estar en la oficina es esencial para preservar la cultura.

Y tienen razón… hasta cierto punto.

La presencialidad puede ser valiosa cuando se usa para fomentar la cohesión, co-crear ideas innovadoras o para tomar decisiones importantes.

Sin embargo, en lugar de aprovechar estos momentos de conexión cara a cara, hemos creado una nueva paradoja: vamos a la oficina para seguir trabajando como si estuviéramos en casa, aislados detrás de pantallas.

He bautizado esta tendencia como “teletrabajo presencial”.

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¿Un retroceso disfrazado de avance?

Un estudio reciente de Microsoft reveló que, aunque el 87% de los empleados se sienten más productivos trabajando de manera híbrida o remota, el 85% de los líderes empresariales temen que esta flexibilidad afecte la cultura y la conexión entre equipos.

Pero obligar a los empleados a estar físicamente presentes solo para seguir inmersos en reuniones virtuales no es la solución.

Estamos reemplazando interacciones humanas por correos electrónicos y resolviendo problemas urgentes por WhatsApp.

La desconexión emocional se profundiza, y con ella, el desgaste en los equipos.

Si queremos aprender a mantener el enfoque en un mundo hiperconectado, necesitamos cuestionar cómo la tecnología impacta nuestras relaciones laborales y qué podemos hacer para liderar con atención plena.

Es momento de hacer preguntas difíciles.

¿Para qué queremos la presencialidad?

Si no aprovechamos estos espacios para conversaciones relevantes, ¿no estamos desperdiciando una oportunidad invaluable?

Recordemos los aprendizajes de la pandemia: la tecnología nos acerca, pero las conexiones reales —esas que construyen confianza y generan ideas poderosas— solo florecen cuando nos miramos a los ojos, sin pantallas de por medio.

Si este tema te invita a reflexionar sobre el liderazgo y la conexión en los equipos, te recomiendo profundizar en cómo los estilos de liderazgo impactan el bienestar organizacional para construir culturas laborales más efectivas.

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