14 Jun 2025
José Echeverri

El optimismo no basta, pero el pesimismo sobra.

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Hay quienes creen que basta con pensar en positivo para que todo salga bien. Que el simple hecho de visualizar el éxito lo hará realidad. Ojalá fuera tan fácil. Si así funcionara el mundo, los entrenadores de fútbol serían reemplazados por libros de autoayuda y las empresas contratarían motivadores en lugar de expertos.

Pero la realidad es otra: ser optimista es necesario, pero no suficiente. Hay que trabajar, entrenar, practicar, estudiar, fracasar, volver a levantarse y repetir el proceso hasta que funcione. Según un estudio de la Universidad de Stanford, el 92% de las personas que establecen metas a largo plazo fracasan porque no acompañan su intención con hábitos y disciplina.

Por otro lado, el pesimismo sí es suficiente… suficiente para que las cosas salgan mal. Si crees que no vale la pena intentarlo, probablemente no lo harás. Y si lo intentas con la certeza de que va a fallar, lo más probable es que tengas razón. Un estudio de la Universidad de Pensilvania encontró que las personas con una mentalidad pesimista tienen un 30% más de probabilidades de rendirse ante los primeros fracasos y un menor desempeño en el trabajo. El pesimismo construye un mundo gris, donde las oportunidades se ven como riesgos y los desafíos como amenazas.

El optimismo no garantiza el éxito, pero el pesimismo casi siempre asegura el fracaso. Así que, después de imaginar un futuro mejor, hay que arremangarse y construirlo. Porque la actitud abre puertas, pero el esfuerzo es el que las cruza.

¿Cómo aplicar el optimismo de forma práctica?

  1. Redefine los fracasos: En lugar de verlos como derrotas, considéralos como parte del aprendizaje. Pregunta: ¿qué puedo mejorar?
  2. Rodéate de personas que sumen: La energía de los demás influye en tu mentalidad. Busca gente que impulse, no que drene.
  3. Entrena tu mente: Practica la gratitud, reencuadra pensamientos negativos y enfócate en lo que puedes controlar.
  4. Pasa del pensamiento a la acción: Tener esperanza es bueno, pero dar pasos concretos hacia tus objetivos es lo que realmente marca la diferencia.

Porque al final, el optimismo no es solo ver el vaso medio lleno, sino estar dispuesto a llenarlo con tu esfuerzo.

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