Esta es una pregunta recurrente entre líderes: ¿cómo puedo ser percibido como cercano… sin perder autoridad?
Muchos jefes creen que la cercanía se paga con relajamiento y bajo desempeño. Que generar presión—una pizca de temor incluso—es el ingrediente secreto para sostener la tensión y lograr resultados.
Mi propuesta es otra: el liderazgo no es una elección entre afecto o control. No se trata de ser un líder «querido» como si compitieses en un reality de popularidad, ni de ser temido como un dictador corporativo. Se trata de comprender que respeto y cercanía pueden coexistir, y es urgente romper ese paradigma anticuado.
Es normal sentir miedo. Miedo a ceder autoridad si abres tu humanidad. Miedo a parecer débil si acercas. Y a la inversa, miedo a parecer inhumano si exiges. La clave no está en evitar esos miedos, sino en aprender a navegar entre ellos.
Tres prácticas que me han funcionado:
1. Claridad de expectativas
No supongas que todos entienden. Comunica con brutal claridad lo que esperas. Valida que haya comprensión real. Muchos líderes creen en la telepatía corporativa… y se estrellan cuando nadie entiende lo mismo, generando frustración en ambos lados.
2. Seguridad psicológica real
Equivócate y ten la valentía para contarle a tu equipo. Pregunta desde el interés —no para defender tu ego—. Reconoce cuando alguien tiene más experiencia. Esto permite que las voces distintas se sientan seguras, y que el respeto florezca desde la vulnerabilidad.
3. Acompañamiento exigente
Cuando las expectativas están claras, no basta con exigir: es necesario acompañar. Practica más el rol de mentor que el de jefe, detecta cuándo alguien necesita respaldo, y retroalimenta con claridad, sin ambigüedades.
Una estadística que duele:
Empleados que sienten respeto por sus jefes tienen un 63 % más satisfacción laboral, y son 55 % más comprometidos y 110 % más propensos a permanecer en la organización.
(blog.leadr.com)
Eso no es amor popular: es cultura fuerte, clima que resuena, compromiso que pagará con resultados.
Olvida la disyuntiva entre cariño y autoridad. La verdadera influencia surge cuando eres cercano sin perder tu centro, exigente sin deshumanizar, responsable sin ser tóxico.
El liderazgo no es un show, es una construcción emocional. Y esa construcción se sostiene con respeto —el que se gana, no el que se impone—.
¿Y tú, cómo equilibras cercanía y autoridad en tu liderazgo?
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